Las niñas necesitan referentes. Sí, necesitan referentes

Por: Carolina Ramírez, Psicóloga y Educadora Menstrual. @caro_educadoramenstrual

“Pilas, tienes con que, tienes talento y don de gente. No te detengas”

Un mensaje que a los 16 años de edad  marcó mi rumbo, escrito en un pedazo de papel por una joven psicóloga que visitaba el territorio rural que yo habitaba,  esas palabras se convirtieron en mi brújula y desde entonces emprendí un camino de formación académica y personal poniendo al servicio profesional mi capacidad de crear.

Y es que los referentes femeninos son completamente necesarios en el proceso de construcción y consolidación de la autoestima y la autoconfianza de niñas y jóvenes, estos  facilitan la proyección positiva del deseo y la inspiración para concretar los sueños.

Es importante mencionar que si bien los tiempos han cambiado y cada vez la humanidad va adquiriendo mayor conciencia acerca de las desigualdades de género, las mujeres avanzamos en la apropiación de los espacios, derechos y posibilidades, todavía continuamos, expuestas a múltiples mensajes estereotipados, y más complejo aún cuando se trata de las niñas (ya sé que los niños también pero mi trabajo se enfoca en las niñas y de ellas es que voy hablar).

Basta con observar el despliegue mercantilista navideño para encontrarnos con un porcentaje bastante alto de juguetes color rosa, generalmente cocinitas, muñecas, tocadores y micrófonos de estrellas pop. En halloween el panorama es desalentador: en lo que respecta a Medellín, la ciudad que habito, los disfraces diseñados para las niñas son tremendamente sexualizados, colmados de brillantinas y telas con transparencias.

En la mayoría de las escuelas la norma sigue siendo la misma, las chicas visten de falda y los chicos de pantalón, “meninas de roxa e meninos de azul” como lo declaró la retrógrada ministra de la mujer y la familia de Brasil. Las canchas y otros espacios deportivos siguen siendo, en su mayoría, territorio de niños, mientras que para las niñas el espacio privado y pequeño es considerado el “ideal” “porque ellas son más quietas”, “porque las niñas no son brinconas” y entonces adquieren fuerza los estereotipos y las formas culturales que simbólica y estratégicamente reservan y refuerzan ese lugar íntimo para las niñas. 

La falda por ejemplo, resulta ser un condicionante para el movimiento, la medida del juicio sobre la decencia y por ende de la censura ante el “inadecuado” uso de esa prenda: alzarse la falda, tenerla muy corta o sentarse “mal”, entre otras, es un claro reflejo. De esta forma se han instaurado las dinámicas de género desde el momento en que los planteles educativos abrieron las puertas a la presencia femenina. Claro, ha habido avances pero no nos conformarnos, queremos más, queremos todo.

Las matemáticas, las ciencias, las artes, la literatura, la filosofía han sido escritas y protagonizadas por los hombres del patriarcado dejando muy pocas referencias de mujeres en estos campos; no porque no hubiera sabedoras e investigadoras, sino porque esas disciplinas estuvieron negadas a las mujeres. Recordemos que el ingreso de las mujeres a las escuelas de educación superior es una conquista reciente. No tengo en la memoria que en mi época escolar mencionaran alguna mujer filósofa o matemática; de hecho, en los años de universidad estudiando psicología social, las mujeres autoras, intelectuales académicas brillaron por su ausencia… Je, je, je entonces cuando sea grande quiero ser como Freud! 

Es entonces como la escuela, la academia, la cultura, la televisión se configuran de referentes masculinos de éxito y liderazgo, mientras que los referentes femeninos siguen siendo las mujeres que encajan en estereotipos de belleza, mujeres dulces e impecables que pueden ser exitosas pero no mucho… no vaya ser que las descalifiquen por egoístas. 

Los medios de comunicación y la televisión no aportan lo suficiente a la transformación de estas situaciones, a las mujeres les continúan ofreciendo programas enfocados en cuidado de la casa, la belleza y la cocina, a los hombres películas de acción y fútbol. Un componente interesante es que cada día hay más hombres chef en los programas definidos como femeninos pero pocas mujeres de éxito en los programas masculinos, y precisamente el mundial de fútbol femenino es un ejemplo de ello, pocas transmisiones, poca fuerza, estrategias de minimización y opacamiento de los triunfos de algunas futbolistas que como Marta Viera, siendo la persona que más goles ha metido en un mundial, los titulares se ensañaron en compararla con Pelé, como si él fuera su medida. “Pelea como un hombre”, “tiene tanta fuerza como un hombre”,  “juega como niño” , “es machorra” ¿Se te hacen conocidas estas expresiones? pues si vemos, hacemos o escuchamos la misma cosa cada vez, termina siendo normal.

Por otro lado, el tránsito de la pubertad suele ser un tiempo de muchos desacomodos, de experimentar extrañeza en un cuerpo que se está transformado, que muta y está siendo observado, juzgado y señalado (tiene pelos, le crecen grandes o no le crecen, está engordando, tiene la nalga muy grande… o muy pequeña).  Este es un tiempo en que las niñas se encuentran con la nefasta experiencia del acoso y el asedio en las calles; es importante mencionar que habitualmente ellas creen que es su cuerpo el que está mal y el culpable de generar dichas situaciones, comienzan a instalarse ideas inadecuadas sobre sí mismas, a perder seguridad y autoconfianza, generando una fractura en los autoesquemas, justo en el momento en que se está construyendo la identidad.  La brillante Chimamanda Ngozi dice al respecto en su su ensayo Todos deberíamos ser feministas: Enseñamos a las chicas a tener vergüenza. «Cierra las piernas.» «Tápate.» Les hacemos sentir que, por el hecho de nacer mujeres, ya son culpables de algo. 

Sumado a esto tenemos la experiencia de la menarca que llega con toda la historia de dolor y padecimiento narrada por los siglos de los siglos… Amenazando a la niña y reforzando la estructura heteronormativa de la sociedad.

Es importante acompañar asertivamente en el periodo de la pubertad, propiciar espacios de confianza, aportar los referentes necesarios para que las niñas se convenzan de lo poderosas que son y lo expansivas que pueden llegar a ser. Que tengan la seguridad de que su lugar en el mundo es importante y que ya está ganado por derecho propio.

Marcela Junguito, rectora del Gimnasio Femenino de Bogotá dice al respecto “…el empoderamiento de las mujeres tiene que empezar desde la infancia, desde su relación con su entorno, con sus profesores, con su proceso de aprendizaje. Que ellas puedan romper la brecha de los sueños, que quiere decir que le enseñamos a los niños a soñar muy en grande y a las niñas no tanto…”

Precisamos referentes en la ciencia, los deportes, la espiritualidad; urge visibilizar las heroínas activistas, las que expresan sus emociones sin filtro, las que danzan en las calles los ritmos de libertad. Rescatar las autoras mujeres que han sido invisibilizadas y acalladas, ya sean las científicas o las pintoras cuyos maridos se quedaban con los créditos. Queremos ser nombradas, reconocidas y honradas. Por más Gretas enojadas, por más Adharas Perez, Marianas Pajón, Nandis Bushell, Ingrids Silvas, Martas Vieiras, Carolas Raquetes, Saras Rengifos, Prudencias Ayalas, Francias Márquez, Adas Colau, Chimamandas Ngozi, Caterines Ibargüen, Rebecas Lanes, Manuelas Dávilas, Rigobertas Menchús, Marielles Francos, Sonitas Alizadeh entre miles de mujeres maravillosas, exitosas y poderosas en todos los rincones del mundo.

Fuentes:

https://www.semana.com/Item/ArticleAsync/615282?nextId=617220

Chimamanda Ngozi Adiche, Todos deberíamos ser feministas.

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